Ir al contenido principal

LA FELICIDAD DEL OCASO

 

Se conoce como ocaso (que deriva del latín occāsus) al momento en el que el sol atraviesa la línea del horizonte y desaparece de nuestra vista. De manera simbólica, el concepto de ocaso también se utiliza para nombrar al declive, el descenso, el retroceso o el final de algo.
Se presento por detrás de mí, sin darme espacio para ver quien era a ímpetu de boca me dijo con precipitación tremenda así como cuando cae el aguacero ¿dónde vive el ocaso?, sorprendido al instante quedé, no supe que responderle, no me dejo hacerlo e inmediatamente hablo: quiero llegar muy rápidamente a la mansión del ocaso, me está esperando, y no quiero saborear su colera, cuando por completo di la vuelta y ver al personaje que velozmente preguntaba, fue grande mi sorpresa, pues no había nadie, sólo señas de la bruma que se inició con el despertar del día.
Algo tembloroso quedé, y, también con algo de miedo junto con un sudor frío estaba anonado sin saber que hacer, nunca supe que el ocaso tenía una mansión y que era vecino de la ciudad de Nebulsa. Siempre pensé que el ocaso solamente era cuando el sol se pone en la tarde, no imagine que las personas lo buscan y necesitan para no sufrir cualquier acción que incline en descenso su vida personal, trabajo y familiar entre otros.
Comprendí entonces, que el ocaso como tal, no es decaer, ocultar desaparecer, relativamente desde tiempos atrás hemos acostumbrado a saber de él así, pero no, no desparece, no se esconde, no decae; al contrario nace, se levanta, se emerge, y muestra su plenitud porque detrás de la línea del horizonte hay vida y vivencias que están por realizarse porque está amaneciendo y otras personas al igual que nosotros están esperando el día para poder realizar sus trabajos y demás cosas.

En mi mente quedaron las preguntas ¿Dónde vive el ocaso? Quiero llegar a la mansión del ocaso, decidí profundizar mi inquietud sobre el ocaso y su relación e influencia sobre el ser humano: Hablamos de ocaso y por rutina nos referimos a algo que está muriendo, ¿por qué? Acaso el ocaso no puede señalar complacencia en su corta vida, para muchos el crepúsculo que nos brinda la naturaleza les encanta, ahí es cuando el ocaso saborea la alegría de las personas y la hace suya; vive la felicidad efímera y también sabe que el hombre lo contempla. Para otros, como es el caso de un artista al no cantar bien, al no escenificar un drama como debe ser, el  compositor que pierde su aptitud de componer: el ocaso vive también con ellos, sabe que va ha suceder, pero él no puede hacer nada por ellos solamente se encierra en su mansión y a la lejanía observa que la fama encuentra el sendero más oscuro y por ahí se va, y los artistas ya no están radiantes, están en la penumbra llegando a la oscuridad.

Es cuándo entendí que el ocaso aparece circunstancialmente en diferentes momentos de nuestras vidas, no nos acompaña cuando estamos florecientes, porque el divino lo hizo que fuera así, al contrario, es cuando estamos pisando el lado negativo de la cúspide cuando nos da la mano y nos guía, no lo vemos, no lo escuchamos, no sentimos su presencia, basta, él sabe en qué momento entra en la vida de los seres. En que momento, tristemente los ve y sentimentalmente se acongoja por lo que pasan, responsabilidad, culpa nada tiene que ver, sólo su quehacer es cumplir el libreto que el divino le dio para lo que fue creado.
En un momento de cansancio, miras atentamente el rostro de un viejo. Los profundos surcos que han dejado las penalidades, las esperanzas y las alucinaciones se vuelven negros y se pierden, diríase que, sin dejar rastro, en un fondo de oscuridad, que el «rostro» esconde a duras penas, máscara insegura de un doloroso abismo. En todas y cada una de las arrugas el tiempo parece haberse concentrado, el devenir, enmohecido y el pretérito, envejecido. ¿Acaso no cuelga el tiempo de las arrugas de la vejez y cada pliegue no es un cadáver temporal? El rostro humano es utilizado diabólicamente por el tiempo como demostración de vanidad. ¿Puede alguien mirarlo serenamente en su ocaso?
Todo el secreto del ocaso se reduce a esto: no tiene sentido; pero todos y cada uno de nosotros le encontramos uno. La soledad no te enseña a estar solo, sino a ser único 
El color del ocaso está entre el morado triste y el lila risueño. Lo extraño en él tiene su origen en la lucha entre la frivolidad y la melancolía donde la última es la que triunfa. El ocaso es una turbación sin raíz, una inquietud ética en el límite de la causa. No tienes culpa alguna de la que arrepentirte y sin embargo sientes remordimientos. No te acuerdas de nada, pero te invade un sentimiento infinitamente doloroso del pasado. No has hecho nada malo, pero te sientes responsable de los males que sufren de aquellos que caminado por el sendero cuyo dueño es el ocaso.
No resuelve nada, pero lo empieza todo. El ocaso aparece con el primer temblor del remordimiento, 
El ocaso es una revelación atenuada del silencio, una dulcificación de la lección del escepticismo que nos hace conocedores de su efecto, de esta forma el silencio se sitúa en los lados de la vida.
Él está con nosotros, su nacimiento ocurre cuando ya no somos, nuestras virtudes se han debilitado, la luz que salía del interior de nosotros, sale, pero a veces no; la primavera está pasando y viene otra estación la que saboreamos con lo poco que nos queda de grandes. El ocaso siempre esta. 





Comentarios

Entradas más populares de este blog

UN SABIO DIJO:

La vida es bella

A pesar de todas las vicisitudes que pasa la humanidad, nos toca seleccionar de nuestro paso en esta; las cosas y acciones que nos dan cierta satisfacción y convierten nuestra vida en momentos de complacencia y posibilidades de continuar y continuar...

EL MÁS FUERTE DEL MUNDO

 En una ocasión le preguntaron a la barra de acero si era la más fuerte del mundo Y ella dijo no, es el fuego porque a mí, me derrite. Le preguntaron al fuego si era el más fuerte del mundo y el fuego dijo no, es el agua Porque a mí me apaga. Le preguntaron al agua si era la más fuerte del mundo y el agua dijo no, es el sol. Porque a mí me evapora. Entonces le preguntaron al sol si era el más fuerte del mundo y el sol dijo no es la nube Porque, cuando se pone delante de mío, opaca mis rayos. Le preguntaron a la nube si era la más fuerte del mundo y la nube dijo no, es el viento. Porque a mí cuando sopla me lleva de un lado hacia otro. Le preguntaron entonces al viento si era el más fuerte del mundo Y el viento dijo no, es la montaña. Porque cuando soplo y me encuentro con ella me parte en dos. Le preguntaron a la montaña entonces si era la más fuerte del mundo Y la montaña dijo no, es el hombre, porque puede escalarme y con sus máquinas Me convierte en una planicie. Entonces le pregunt