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ESCALERA DEL DIVINO ASCENSO

 

Escalera del divino ascenso

La obra fue escrita por Juan Clímaco a petición del abad en el El Tor, de un monasterio situado a orillas del mar Rojo, probablemente el Monasterio de Santa Catalina del Monte Sinaí. El tratado está dirigido especialmente a anacoretas y cenobitas y trata de los medios por los cuales se puede alcanzar el más alto grado de perfección religiosa. Dividido en treinta partes, o «peldaños», en memoria de los treinta años de la vida de Cristo, el modelo divino de los religiosos, presenta una imagen de todas las virtudes y contiene una gran cantidad de parábolas y toques históricos, extraídos principalmente de la vida monástica, y para exhibir la aplicación práctica de los preceptos. El manuscrito más antiguo que contiene la Scala se encuentra en la Biblioteca Nacional de Francia y fue traído probablemente de Florencia por Catalina de Médici. En algunos de estos manuscritos, la obra lleva el título de «Tablas espirituales» (Plakes pneumatikai).

Esta obra de estilo bizantino hay que entenderla como una imagen usada para la meditación espiritual e inspirada en un tratado del mismo nombre que escribiría en el siglo VII el monje cristiano Juan Climaco. Un personaje que alcanzaría el rango de abad del Sacro Monasterio de Santa Catalina, en el Monte Sinaí de Egipto, precisamente el lugar donde todavía se guarda esta tabla pintada con témpera y pan de oro a finales del siglo XII.

La escena recrea la historia del sueño de Jacob tal y como se relata en el Génesis. Ahí se habla de una escalera que une el cielo y la tierra. Una escalera por la que ascienden y descienden los monjes. Con ese punto de partida, Juan Climaco escribió un tratado en el que describe con todo detalle las treinta fases de la evolución espiritual con la que se alcanza la salvación final.

A partir de ahí, el autor de esta imagen creó una dramatización del tratado. La escalera es la gran metáfora y con sus 30 peldaños se plasman las 30 fases espirituales que describió el monje. Por cierto, Climaco aparece identificado en la parte más alta de la escalera. Y está seguido por el obispo Antonios. Ambos sirven de ejemplo para el resto, ya que ellos ya han superado las 30 fases de evolución espiritual y están preparados para alcanzar la salvación.

Artísticamente, esa escalera es perfecta para plantear una diagonal que organice la imagen en dos mitades iguales. Mientras que los monjes ascienden por ella, se ve arriba el cielo y abajo el infierno, la salvación y la condena. Cristo les espera en la esquina superior derecha, incluso tiene un gesto de acogida para los monjes. Sin embargo, la ascensión no es sencilla, y les van acechando peligros durante la subida, ya que los demonios les tientan y atraen a todos aquellos que tienen poca fe.

Esto lo observan un grupo de ángeles que ya están en los cielos. Los vemos en la parte superior izquierda, y parecen animar a sus compañeros, con gestos de lo más amistosos. Literalmente están en la gloria, algo que se expresa por el color dorado del fondo, el más claro de toda la composición

Mientras que abajo se ven nueve figuras demoniacas aladas. Son los sirvientes de Lucifer que lanzan sus cuerdas y flechas hacia los sufridos monjes, con el propósito de arrastrarlos hasta la terrorífica boca del infierno que se ven en la parte más baja.
Y para cerrar la simetría, en la esquina inferior derecha también hay un grupo de monjes, todavía terrenales, pero en actitud de súplica y de oración, esperando para poder emprender su propio ascenso a la gloria.
La escalera consta de 30 capítulos o peldaños:
1-4: Renuncia del mundo y obediencia a un padre espiritual
Primer Escalón: la renunciación.
Segundo Escalón: el desapego.
Tercer Escalón: la verdadera peregrinación.
Cuarto Escalón: la obediencia.
5-7: Penitencia y aflicción como caminos hacia la verdadera alegría.
Quinto Escalón: la penitencia.
Sexto Escalón: del recuerdo de la muerte.
Séptimo Escalón: de la aflicción purificadora.
8-17: Derrota de vicios y adquisición de virtud.
Octavo Escalón: la mansedumbre.
Noveno Escalón: el resentimiento.
Décimo Escalón: la maledicencia.
Decimoprimero Escalón: la locuacidad y del silencio.
Decimosegundo Escalón: la mentira.
Decimotercero Escalón: la pereza.
Decimocuarto Escalón: la gula.
Decimoquinto Escalón: la castidad.
Decimosexto Escalón: la avaricia y de la pobreza.
Decimoséptimo Escalón: la insensibilidad.
18-26: Evitar las trampas del ascetismo (pereza, orgullo, estancamiento mental).
Decimoctavo Escalón: el sueño, de la oración en comunidad.
Decimonoveno Escalón: las vigilias.
Vigésimo Escalón: la pusilánime.
Vigésimo primer Escalón: la vanagloria.
Vigésimo segundo Escalón: el orgullo.
Vigésimo tercer Escalón: las blasfemias.
Vigésimo cuarto Escalón: de la Simplicidad.
Vigésimo quinto Escalón: la humildad.
Vigésimo sexto Escalón: el discernimiento-
27-29: Adquisición de hesicasmo, o la paz del alma, de la oración y de apatheia (desapasionamiento o ecuanimidad con respecto a las aflicciones o el sufrimiento).
Vigésimo séptimo Escalón: hesiquia.
Vigésimo octavo Escalón: la oración.
Vigésimo noveno Escalón: la impasibilidad.
30: Relativo a la vinculación de la trinidad suprema entre las virtudes; una breve exhortación que resume todo lo que ha dicho en detalle en el resto del escrito.
Trigésimo Escalón: la caridad, la esperanza y la fe.
La Escalera del divino ascenso es un icono de finales del siglo XII ubicado en el Monasterio de Santa Catalina, en el Monte Sinaí . 
El icono representa las enseñanzas teológicas de Juan Clímaco, también conocido como Juan de la Escalera, representado en el tratado ascético La Escalera del Ascenso Divino, escrito aproximadamente en el 600 d.C. El tratado tiene una gran influencia en el cristianismo oriental .  
El icono representa a monjes subiendo la escalera hacia cielo en el que los espera Jesús, en la parte superior derecha de la imagen se encuentra Juan Clímaco en la parte superior de la escalera, siendo recibido por Jesús. 
El ascenso de los monjes es asistido por las oraciones de ángeles, santos y la comunidad, mientras los demonios los atacan y tratan de hacer caer a los monjes de la escalera empujándolos hacia abajo o lanzándoles flechas. La representación de la escalera refleja la importancia de los ángeles y los demonios en la espiritualidad ortodoxa oriental. El icono también muestra unas fauces abiertas, que representan al mismo diablo que está devorando a un monje que se ha caído de la escalera. 
La escalera muestra a algunos monjes que casi han llegado a la cima siendo tentados por demonios y cayendo. La representación de los monjes cayéndose es un reflejo de lo que Juan Clímaco expresó como "lo que nunca dejó de sorprenderlo", es decir, por qué algunos monjes aún se entregaban a las pasiones mundanas cuando Dios, los ángeles y los santos los animaban hacia la virtud 
No cabe la menor duda que nos encontramos ante lo que siempre ha servido al ser humano como forma de encauzar su vida espiritual, una expresa y bellísima expresión de lo que es el camino de la vida, del goce y del castigo, circunstancia que en la Edad Media era más que de recurrente uso, en una forma de hacer del miedo un medio de dominación del pensamiento y del hombre a través de sus actos.





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