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HIPOCRESÍA

 

Etimológicamente proviene del griego ὑποκρισία [hypokrisía] que significa fingimiento, acción de representar, del verbo ὑποκρἰνομαι: representar (un papel) o interpretar (algo oculto) y de ahí ὑποκριτής [hypokrités], actor, intérprete. La palabra está compuesta del prefijo ὑπο [hypo], que, como todo el mundo sabe, significa debajo, más el verbo κρίνω [kríno] que significa criticar, discernir, juzgar. A la hipocresía se la entiende como el discurso o conducta explícita o implícita en el que se dice o se hace de modo incongruente con lo que se piensa o se desea hacer. Tal incongruencia entre el discurso explicitado y el discurso deseado por parte del protagonista, no es una incongruencia producto de la contradicción o del error ingenuo, sino que es producto de la conveniencia táctica, usada para acomodar situaciones a una mejor adaptación oportunista a las condiciones circunstanciales con que se enfrentan

Hipocresía no es otra cosa que la capacidad para disimular o simular defectos y virtudes que tenemos o no tenemos -respectivamente- con el objetivo personal de ganar espacios en un mundo ante el cual, si nos presentamos como somos, quedaríamos fuera de lugar.

No se nace hipócrita, se hace; a partir del sistema de recompensas y castigos que usa la enseñanza -bajo el pretexto de la gratificación- para aprender conductas socialmente aceptadas. Desde ese momento crucial de la vida -hasta la muerte. El esfuerzo de ser hipócritas desgasta las reservas de salud mental y física, así como de salud social, con lo cual esta forma de vivir arrastra tanto a la enfermedad y la degradación personal como a la disgregación y alienación en lo social
Hipocresía humana se basa en dañar por la espalda y llorar de cara, en criticar a la persona que tenemos al lado y ofendernos cuando recibimos algún comentario, la hipocresía humana nos arrastra cada mañana a su lado y nos termina devorando cada noche al acostarnos. Lo curioso de todo ello, es que, aunque es una compañía estable de cualquiera de nosotros, solo se suele hacer visible y obtiene un nombre propio en algunas pocas caras.
'Todo hombre es sincero a solas, cuando aparece una segunda persona comienza la hipocresía'. Ralph Waldo Emerson
En la hipocresía existe una inconsistencia entre lo que se piensa y se hace o se dice, esto con la finalidad de no revelar la verdadera personalidad. En este sentido, la hipocresía es engañar a los demás; es una de las tantas formas que adquiere la mentira.
El único vicio que no puede ser perdonado es el de la hipocresía. El arrepentimiento del hipócrita es hipocresía en sí misma. William Hazlitt
El hipócrita es, pues, el actor, el que finge, el que se hace pasar por algo que no es, pero quiere mostrarse así con la clara finalidad de obtener con ello alguna ventaja o beneficio ocultando y disimulando algo propio que le avergüenza o no quiere dar a conocer.
El hipócrita es el que quiere aparentar excelencia moral, cuando no la tiene en realidad, el que quiere beneficiarse de ser (parecer) bueno, cuando, por supuesto, no lo es. Y por eso quiere aparentar que desea o posee el bien, por eso el hipócrita finge ser virtuoso. Diríamos incluso que en ocasiones imita al virtuoso, pero no buscando la virtud misma, sino su propia utilidad, por lo tanto, sabe de los beneficios que reporta ser o al menos parecer ser virtuoso. Por eso es un imitador de la virtud, no es un virtuoso más que en apariencia, es, pues, un vicioso de la virtud.
Todo hipócrita es un mentiroso o un incoherente. El hipócrita es un tipo de mentiroso, aquel que no se muestra como es y que, a la vez, pretende con ello engañar a los demás, pero sobre todo porque actúa ocultado una moralidad y mostrando otra. Como suele decirse, tiene “doble moral”, por un lado, la fingida que quiere hacer visible y que pretende aparentemente aplicarse a sí mismo, por ejemplo, mostrándose partidario de algo; del aborto, de la democracia, de la igualdad racial o de la lectura filosófica, y, por otro, la real, que no siempre logra ocultar porque no puede o, por descaro, no quiere hacerlo y practica el aborto, es un fascista, racista o nunca lee obras filosóficas como quiere hacer creer. En ese fingimiento, en esa forma característica, que tiene de mentir, tiene como principal objetivo mostrarse siempre mejor de lo que es realmente. 
La hipocresía suele ir asociada a la vanidad, pero aunque se podría decir que todo vanidoso es, en cierta medida, un hipócrita, no todo hipócrita ha de mostrarse necesariamente vanidoso aunque sí a veces humilde o incluso pusilánime si llegara el caso. Pues el vanidoso, aunque finja, no busca tanto el provecho o la ventaja, como el simple prestigio, fama o significación, lo cual efectivamente también es una ventaja, pero para lograrlo no hace como el hipócrita, cuando finge lo hace tan sinceramente que logra incluso engañarse a sí mismo.
Parece que hay más mala fe en el hipócrita que en el vanidoso, aunque ambos son falsarios y tienen doblez, mientras el primero esconde sus intereses, el vanidoso generalmente muestra su altanería sirviéndose siempre de cierto histrionismo y jactancia, aunque la mayor parte de las veces sólo quiere reconocimiento o, todo lo más, adulación, es más teatral y se le reconoce antes. 
El vanidoso pretende mostrar más que ocultar, el hipócrita, por el contrario, es más ladino, más sagaz y taimado, pues pretende ocultar mostrando una apariencia falaz. El vanidoso, que, como hemos dicho, suele tener algo de histriónico, casi siempre teatraliza con cierta afectación su fingimiento, pero siempre con la intención de mostrase superior a lo que es. En cambio, el hipócrita no siempre se muestra superior, sino que a veces, como ve alguna ventaja en mostrarse humilde o incluso pusilánime, no duda en hacer todo lo posible para parecerlo. El beneficio o recompensa que busca el vanidoso es el simple reconocimiento de los demás, si tiene más de histriónico que de vanidoso le bastaría incluso la mera apariencia de parecer superior. La hipocresía, incluso a pesar de que no se incluya dentro de los llamados pecados capitales, es, sin duda, uno de los mayores vicios, principalmente porque ella acompaña a todos. Nadie quiere mostrar su faltas o debilidades. Es universal querer ocultar o disimular al menos nuestros vicios o nuestros defectos.
El cinismo tiene un lugar destacado en ese banquete de las vanidades e hipocresías que dominan diferentes ámbitos públicos de nuestra vida
La actitud del hipócrita es más mezquina, porque, aunque no rehúsa ser admirado lo que realmente busca siempre es algún tipo de beneficio. El vanidoso histriónico, como hemos dicho, como no se conoce del todo bien, en realidad vive engañado, el hipócrita, como se conoce muy bien, quiere engañarnos si descubre en ello beneficio. Al hipócrita no le importará rebajarse para obtener lo que quiere, al vanidoso si tuviese que hacerlo seguramente renunciará a tal beneficio porque su recompensa nunca puede ser la bajeza. Por eso, en ocasiones, un acto de falsa humildad, como ha de proceder de un hipócrita, puede ser incluso la expresión taimada de una vanidad escondida. La sumisión fingida del hipócrita puede llegar a ser tan pérfida y miserable que su humildad aparente busque en realidad el mayor ensalzamiento, Incluso la humildad fingida de la que hablamos, más aún la pusilanimidad fingida, puede buscar cierto sometimiento de otras personas, sobre todo de las que aman al que se muestra así. Es la contradicción extrema a la que puede llegar la falsa humildad cuando el actor es un experto hipócrita.
    Al vanidoso le basta la apariencia de ser o de mostrarse, el hipócrita, en cambio, necesita la apariencia de ocultarse. En el primero prima la ostentación de ciertas cualidades porque rebosa autoestima, en el segundo el ocultamiento de otras porque excede en envidia o resentimiento generalizado. No obstante, ambos juegan con apariencias falaces, el primero juega con apariencias configurativas de presencia (pretende mostrar lo que no es, algo así como cuando la mariposa caligo abre las alas queriendo parecerse a un búho, pero siendo realidad una mariposa, el segundo con apariencias configurativas de ausencia (pretende, sobre todo, ocultar lo que es) mimetizándose en muchas ocasiones con el entorno.








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