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LOS TRES SABERES

 SABER, SABER SER Y SABER HACER. 

“Saber que se sabe lo que se sabe

y que no se sabe lo que no se sabe;

he aquí el verdadero saber”.

Confucio.

Los tres saberes – Saber, saber ser y saber hacer se refieren a la formación profesional bajo el enfoque de competencias; las competencias son combinaciones dinámicas de recursos personales, complejos sistemas de comprensión y acción que incluyen «saber pensar», «saber ser», «saber hacer» y «querer pensar, ser y hacer».

Se ponen en juego para comprender la complejidad de las situaciones en las que se pretende actuar y para diseñar, planificar, desarrollar y evaluar los modos concretos de actuación.

La acción en situaciones concretas y complejas de la vida profesional que conllevan a un “a la experiencia”, que produce una mayor comprensión de las cosas vividas, pensadas, reflexionadas y contrastadas. Este enfoque propone planificar la enseñanza en base al desarrollo de unidad organizar los perfiles profesionales, los mapas curriculares y programas de estudios.

Se constituye más como un enfoque o propuesta para formar al profesional actual, porque no representa en sus planteamientos a todo el proceso educativo y apunta al logro de un desempeño complejo e idóneo de sus funciones, que incluye saber ser, saber hacer, saber conocer y saber convivir, aportando al progreso personal, social y económico. En general, busca lograr una estrecha relación entre lo que se aprende en educación superior y los desafíos que imponen los contextos sociales y laborales.

El Saber

Es el conjunto de conocimientos teóricos y prácticos que las personas adquieren antes y durante el desarrollo de sus actividades productivas. Debe nutrirse y mejorarse de forma constante en el desempeño de sus competencias laborales, ya que la actualización de la tecnología en el mundo obliga a la constante renovación en el saber de las personas. Es la parte cognitiva, encargada de los conocimientos que el alumno adquiere en toda su formación.

El Saber Hacer


Tiene como objetivo fundamental perfeccionar las habilidades, destrezas y aptitudes de los profesionales, guiándolos en las buenas prácticas y mejores métodos de trabajo que reflejen una calidad en el hacer de cada persona. Esta función garantiza un servicio de alto nivel. Con ello se logra incrementar la posibilidad de alinear conocimientos y técnicas para un buen desempeño laboral, así como orientar las experiencias.

El saber hacer implica tener una conciencia real del desempeño en las funciones productivas y del conocimiento previo de las circunstancias en las que se desarrolla, esta función es básica para el saber. La correlación entre el saber y el saber hacer es inevitable en el marco de las competencias laborales.

El Saber Ser

El contexto que incluye este principio de profesionalización es tan extenso que encuadra una definición precisa de las capacidades emocionales de las personas en el desempeño de sus funciones productivas que debe aprender durante su formación.

La formación profesional se basa en estos tres saberes que les proporcionan todas las herramientas necesarias para poder llevar a cabo sus actividades al integrarse al área laboral.

Existen diferentes tipos de saberes, estos según el tema en el que se especialicen, nombramos algunos de estos saberes que te ayudarán a comprender mejor lo que son.

Saberes filosóficos: este tipo de saber hace uso de la filosofía para intentar encontrar la respuesta a preguntas que se ha hecho el hombre sobre su existencia, la naturaleza, la verdad y el conocimiento, haciendo uso de la razón para encontrar dicha respuesta. 

Saberes religiosos: es el conocimiento que se basa en la fe, dicho conocimiento no requiere comprobación científica ni el uso de la razón para responder a preguntas profundas como la creación del universo o quién es Dios. Se sabe porque se cree.  

Sabes científicos: es el tipo de conocimiento que se obtiene por medio de la experimentación, la observación y el estudio.

Saberes técnicos: este tipo de conocimiento se adquiere con la finalidad de realizar una acción concreta. Tale conocimientos se adquieren por medio de la experiencia y el estudio.

Saberes ordinarios: estos conocimientos son aquellos que se obtienen de la experiencia diaria y común, ligadas a la costumbre y a las emociones, no requieren estudios ni experimentación y pueden fácilmente ser transmitidos de una persona a otra.

Saberes artísticos: estos conocimientos son únicos y personales, ya que el arte es subjetivo, se basa en las emociones y surgen por la creatividad. 

Según Cepeda (2013), “las competencias suponen la integración de tres tipos de saberes: el conceptual que es el saber, el metodológico que es el saber hacer y el humano que es el saber ser”. Y en la misma línea, Manríquez (2012) la define como “la capacidad que tiene el ser humano en el saber qué, saber cómo y saber ser persona para resolver de manera eficaz y eficiente las situaciones de la vida”.

Para que se produzca el máximo potencial de desarrollo de una competencia, tiene que existir una combinación dinámica de conocimientos, práctica y recursos personales, que conduzcan a la acción y que se engloban en el “saber”, el “saber hacer” y el “saber ser”. Además, el avance en el entorno empresarial nos impulsa a una renovación constante para que el desempeño sea adecuado, lo que conlleva que las competencias deban ir mejorando continuamente.

Parece una paradoja, pero uno de los saberes más importantes es el que nos lleva a distinguir qué sabemos y qué no sabemos.

Es una idea que nos viene desde Sócrates y Platón, para quienes conocer lo que uno no conoce es realmente importante para superar la ignorancia y avanzar hacia nuevos conocimientos.

El problema radica cuando las personas no saben lo que no saben, y entonces creen saber lo que en realidad está fuera de sus conocimientos.

En esa situación, no es posible abrirse a nuevos conocimientos, pues solo podemos aprender algo si antes descubrimos el propio estado de ignorancia o error para luego superarlo con un mejor acercamiento a la verdad.

En cambio, resulta más fácil reconocer las propias ignorancias cuando relativizamos ciertas informaciones inseguras, cuando desconfiamos de conclusiones apresuradas, cuando incluso lo que nos parece ahora claro desvela aspectos de debilidad.







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