1 «No quise huir y elegí mirar al frente; no pude olvidar mis errores y elegí perdonarme; no quise vivir muriendo y elegí la Vida».
2 No quise dormir sin sueños y elegí la ilusión que me despierta, el horizonte que me espera, el proyecto que me llena, y no la vida vacía de quien no busca nada, de quien no desea nada más que sobrevivir todos los días.
3 No quise vivir angustiado y elegí la paz y la esperanza, la luz, el llanto que desahoga y que libera, y no el que inspira lástima en vez de soluciones; la queja que denuncia, la que se grita, y no la que se murmura y no cambia nada.
4 No quise vivir cansado y elegí el descanso, del amigo el abrazo, el camino sin prosas, compartido, y no parar nunca, no dormir nunca. Elegí avanzar despacio durante más tiempo y llegar más lejos, habiendo disfrutado del paisaje.
5 No quise huir y elegí mirar al frente, levantar la cabeza y enfrentarme a los miedos y fantasmas porque comprendí que no se esfumarían por darles la espalda.
6 No pude olvidar mis errores y elegí perdonarme, amarme; llevar con dignidad mis miserias, descubrir mis dones y no vivir lamentándome por aquello que no puedo cambiar, que me entristece, que me duele por el daño que hice y el que me hicieron. Elegí asumir el pasado.
7 No quise vivir solo y elegí la alegría de descubrir a otro, de dar, de compartir, y no el resentimiento sucio que encadena. Elegí aceptar el amor.
8 Y hubo mil cosas que no elegí, que me llegaron de pronto y me cambiaron la vida. Cosas buenas y malas que no buscaba, caminos por los que me perdí, personas que vinieron y se fueron, una vida que no esperaba. Aunque, al menos, elegí cómo vivirla. Elegí los sueños para decorarla, la esperanza para sostenerla, la valentía para afrontarla.
9 No quise vivir muriendo y elegí la Vida. Así podré sonreír cuando llegue la muerte, aunque no la haya elegido, porque moriré viviendo.
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