La misericordia es la capacidad de sentir compasión por los que sufren y brindarles apoyo. La palabra misericordia proviene del latín “misere” que significa “miseria, necesidad”; cor, cordis que indica “corazón” y “ia” que expresa “hacia los demás”
La misericordia puede manifestarse de diversas formas, sea por medios materiales como dar albergue, dar de comer, dar de beber, vestir al que no tiene, entre otros y, por medios espirituales por ejemplo enseñar, dar buenos consejos, consolar al que este triste, rogar a Dios por el bienestar de los seres humanos, etcétera.
En ocasiones, la palabra misericordia es confundida con lástima lo cual es errado ya que lástima es enternecimiento y compasión que provocan los males de otras personas, es decir, es un sentimiento temporal y no procura un acto bondadoso para finalizar con los problemas de los demás, en cambio, misericordia es la capacidad de sentir la desdicha de los demás y ofrecerles ayuda.
El término misericordia se puede utilizar como sinónimo de: compasión, piedad, bondad, entre otros. Algunos antónimos de la palabra misericordia son: impiedad, inclemencia, maldad, condena.
Para los católicos, la misericordia es la cualidad de Dios por la cual perdona los pecados de los fieles. La misericordia es un atributo divino mediante el cual los creyentes piden a Dios para que tenga piedad por sus pecados, desobediencias y sean perdonados.
La misericordia y la gracia son confundidas con frecuencia, aunque parezcan similares no lo son ya que misericordia se refiere al perdón concedido por Dios debido al arrepentimiento sincero, en cambio, gracia es don gratuito de Dios para ayudar al hombre a cumplir los mandamientos, salvarse o ser santo.
La misericordia como valor es la virtud del ánimo que lleva a los seres humanos a conmoverse por los trabajos y miserias ajenas. La misericordia es una actitud bondadosa que una persona muestra a otra que esté atravesando por un mal momento, está relacionada con el término amor ya que misericordia es la capacidad que nos hace tener compasión de los males ajenos y nos incita a perdonar, mientras que el amor nos inclina a no guardar rencor, a perdonar.
Misericordia es un término que proviene del latín y hace referencia a una virtud del ánimo que lleva a los seres humanos a compadecerse de las miserias ajenas. Se trata de una actitud bondadosa que, por lo general, puede mostrar una persona acaudalada hacia alguien que tenga más necesidades que ella, o un sujeto que haya sido ofendido hacia su ofensor. Es un atributo divino entendido como sinónimo de consideración, amabilidad y perdón, que los fieles piden a Dios para que éste tenga piedad por sus pecados y sus desobediencias. Se trata de un término profundamente ligado a los preceptos cristianos. Se trata además del estilo de vida que propone el cristianismo, expresado a través de acciones
interiores (como es la fe en Dios y en su promesa) y exteriores: la adoración de los símbolos religiosos, la repetición de ciertas oraciones, los actos misericordiosos y compasivos para con los demás y la realización de determinadas celebraciones.
La misericordia humanizada es el evangelio profundo por su contenido de justicia y amor al prójimo que eleva el espíritu del hombre, cuando éste lo aplica en su diario acontecer, donde no se habla de misericordia y humanismo, sino que se enseña en la práctica. La misericordia la encontramos revolucionado los procesos de liberación que conducen a encuentros de esperanza. La misericordia es el punto de encuentro del hombre con el hombre, es la disposición para reflexionar y actuar ante las dificultades ajenas provenga desde varias circunstancias dadas por las gobernabilidades de los sistemas reinantes, manifestándose sin consideración alguna de credos con prácticas, denuncias y anuncios.
Cuando decimos humanizar la misericordia no es otra cosa que decir que el fin del hombre es propender por una justicia social que es acción pura en la gestión espiritual del hombre actuando con honestidad, y de todos los demás ordenes sociales realizando su tarea de acuerdo a los principios y valores propios de sus entornos.
La misericordia humanizada es la capacidad del hombre para asentir como actor social en la lucha permanente contra el estado de abandono de su prójimo.
La misericordia es un verdadero acto de amor y paz y su sentir humano es con el prójimo donde no hay fronteras para su realización. Vista así, la misericordia se convierte en un programa de vida donde se evita la habitualidad que narcotiza y nos hace indiferentes para mirar las miserias del mundo, para escuchar las voces de los oprimidos y los condenados de la tierra.
Recordemos que desde siempre el hombre ha tenido una función social. Misericordia y humanismo concuerdan con el amor al prójimo por cuanto obra con el interior y el exterior dentro del eje de la dimensión de la verdad y bien común. La misericordia es una virtud de alto espectro pues ante cualquier drama humano tiene la respuesta de acogida, de solidaridad. Con estupor observamos como en los tiempos presentes la misericordia y el humanismo están en crisis. Ambas virtudes no pueden competir con nadie.
Todo sufrimiento humano merece absoluto respeto y exige respuesta, pero ello no significa que no haya que jerarquizar de alguna forma las heridas del mundo de hoy. Pero ya que la Iglesia es una y católica –según se dice de la verdadera Iglesia– hay que ver, ante todo, cómo anda ese herido que es el mundo en su totalidad. Cuantitativamente, el mayor sufrimiento, en este planeta, lo constituye la pobreza, que lleva a la muerte y a la indignidad que le es aneja, y ésta sigue siendo la herida mayor.
Desde la teología la misericordia revelada y realizada por Jesucristo es fundamento para que el espíritu humanista desarrolle actos de solidaridad entre sus hermanos. La paz y la solidaridad entre los hombres solo son posibles cuando el hombre se hace hombre, es decir, hombre para el prójimo y es así donde se hace humano. Por ello Dios se humanizo en Jesús
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