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DECRECIMIENTO

 La propuesta de la teoría del “decrecimiento”: Seremos capaces de cambiar nuestras vidas

“La consigna del decrecimiento tiene como meta, sobre todo, insistir fuertemente en abandonar el objetivo del crecimiento por el crecimiento”.
-Serge Latouche-
¿Qué papel se debe jugar en el decrecimiento y por lo tanto en un modelo social donde se entienda que los recursos son limitados y que es necesario incrementar las actividades del cuidado?
La pregunta tiene un sentido esencial para sus dirigentes, pues se afianza sobre la responsabilidad implícita de estas organizaciones frente a un nuevo ordenamiento y un cambio social.
El decrecimiento es una megatendencia actual de pensamiento económico, político y social que busca una relación equilibrada entre la humanidad y la naturaleza, bajo la idea principal de la disminución controlada y progresiva de la producción, propuestas opuestas a las aplicadas por el modelo capitalista.
El modelo capitalista actual acentúa cada vez más las diferencias entre las poblaciones, llevando la producción y el consumo a niveles excesivamente altos en algunos países y extendiendo el hambre y la pobreza en otros. Hace tan solo cuarenta años nuestro Planeta tenía la mitad de la población actual. Hemos crecido el doble en muy pocos años. Esto no sería un problema si los recursos naturales del Planeta fueran infinitos. Pero no es así.
Expertos sobre el tema han señalado, incluso, que la palabra decrecimiento parece más adecuada que el término desarrollo sostenible porque su significado es claro: sólo hay un camino posible, vivir con menos, y el reto está ahora mismo en “vivir mejor con menos”.
Los problemas que afectan hoy nuestro mundo aumentan al ritmo que crece la producción. Ante esta perspectiva toma fuerza hoy la Teoría del Decrecimiento y por tanto surgen las preguntas: ¿Cómo desarrollar una nueva sociedad desde los principios y valores del cooperativismo? ¿Cuál es el modelo de globalización coherente con los valores y principios? ¿Qué concepto de crecimiento debe proponerse?
Las 8 R’s del decrecimiento
La teoría de decrecimiento nació en los años 70 de la mano del matemático y economista Georgescu-Roegen, reconocido como el padre de la bioeconomía; pero hoy es el francés Serge Latouche, economista y detractor del actual modelo económico capitalista, quien se proclama líder de este movimiento.
Georgescu-Roegen ponía sobre la mesa la necesidad de reflexionar sobre el error de centrar el modelo económico y el esfuerzo político en el crecimiento indefinido del Producto Interior Bruto.
Latouche propone un sistema de soluciones a los problemas ambientales, económicos y sociales del Planeta bajo el prefijo “re”, a los que denomina los pilares del decrecimiento o el modelo de las “8 R”:
1 Revaluar: Se trata de sustituir los valores globales, individualistas y consumistas por valores locales, de cooperación y humanistas.
2 Reconceptualizar: Encaminado sobre todo a la nueva visión que se propone del estilo de vida, calidad de vida, suficiencia y simplicidad voluntaria ya mencionadas.
3 Reestructurar: Adaptar el aparato de producción y las relaciones sociales en función de la nueva escala de valores, como, por ejemplo, combinar ecoeficiencia y simplicidad voluntaria.
4 Relocalizar: Es un llamamiento a la autosuficiencia local con fines de satisfacer las necesidades prioritarias disminuyendo el consumo en transporte.
5 Redistribuir: Con respecto al reparto de la riqueza, sobre todo en las relaciones entre el norte y el sur.
6 Reducir: Con respecto al cambio del estilo de vida consumista al estilo de vida sencilla y todas las implicaciones que esto conlleva.
7 Reutilizar y 
8 Reciclar: Se trata de alargar el tiempo de vida de los productos para evitar el consumo y el despilfarro.
El crecimiento es quizás el objetivo central en todas las economías del mundo actual. Este es uno de los grandes mantras del capitalismo. Se supone que la idea es una producción en crecimiento secundada por un consumo también en crecimiento. Más para más. Sin embargo, este esquema ha dado lugar a fenómenos indeseables. El primero de ellos, un ataque sistemático a la naturaleza y a sus procesos. El segundo, una notable disminución de la calidad de vida, tanto humana como no humana.
Según la teoría del decrecimiento, los seres humanos deberíamos trabajar menos y tener más tiempo libre. Esta sería la base de un nuevo modelo en el que la producción se regule, de tal modo que permita satisfacer las necesidades de las sociedades, sin depredar el medio ambiente ni convertir al ser humano en un autómata.
En la actualidad, casi todas las personas dedican la mayor parte de su tiempo al trabajo. A diferencia de lo que ocurría en el pasado, este trabajo muchas veces no tiene como finalidad principal la satisfacción de las necesidades básicas. Paulatinamente el ser humano ha desarrollado nuevas necesidades, todas ellas asociadas al consumo.
Lo que muchas personas buscan con el trabajo es aumentar su capacidad de consumo . Tener más para comprar más, sin importar si lo que se compra es relevante o no. Hace unas cuantas décadas apenas se necesitaba más que un jabón para bañarnos, ahora se necesitan cinco tipos de jabones o más: el de las manos (con crema humectante), el del cuerpo para la ducha, el del cabello, el jabón íntimo, el acondicionador, etc.
La capacidad de consumo ha crecido notablemente en muchas sociedades. Sin embargo, esto no significa que las personas sean más felices o se sientan más realizadas. En un estudio llevado a cabo en Canadá, se le preguntó a un grupo de voluntarios si creían que eran más felices que sus padres. Solo el 44% respondió que sí, pese a que la capacidad de consumo había aumentado en un 60%.
El mundo ha llegado a un punto en el que el desequilibrio entre producción y naturaleza se ha vuelto peligroso. Existen dudas sobre la disponibilidad de algunos recursos para las nuevas generaciones. Algo no se está haciendo bien y la teoría del decrecimiento plantea que la deficiencia está en la producción sin control
«La consigna del decrecimiento tiene como meta, sobre todo, insistir fuertemente en abandonar el objetivo del crecimiento por el crecimiento
Por ello también se suelen denominar «objetores de crecimiento».
Las personas partidarias del decrecimiento proponen una disminución del consumo y la producción controlada y racional, permitiendo respetar el clima, los ecosistemas y los propios seres humanos. Esta transición se realizaría mediante la aplicación de principios más adecuados a una situación de recursos limitados: escala reducida, relocalización, eficiencia, cooperación, autoproducción (e intercambio), durabilidad y sobriedad. En definitiva, y tomando asimismo como base la simplicidad voluntaria, buscan reconsiderar los conceptos de poder adquisitivo y nivel de vida.
Quienes defienden el decrecimiento argumentan que no se debe pensar en el concepto como algo negativo, sino muy al contrario: «cuando un río se desborda, todos deseamos que decrezca para que las aguas vuelvan a su cauce».
Las personas decrecentistas suelen ver sus aspiraciones como un camino a seguir más que una meta a cumplir, es decir, suelen fijar un decrecimiento de los ritmos de consumo energético y material hasta un nivel que se acople a la velocidad natural de gestión de residuos y producción de recursos para posteriormente continuar con una etapa acrecentista que permita que las personas cubran sus necesidades básicas.
Así pues, redefinen el significado del término sostenibilidad y calidad de vida:
Calidad de vida no es aquello que está ligado al aumento de consumo de recursos.
La sostenibilidad no es sólo cuestión de ecoeficiencia sino de suficiencia humana (simplicidad voluntaria y frugalidad).
Únicamente la calidad de vida se asocia a la satisfacción de las necesidades humanas básicas: subsistencia, protección, afecto, entendimiento, identidad, libertad, ocio, participación y creación.





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