Ir al contenido principal

EXPERIENCIAS CERCANAS A LA MUERTE QUE ACERCAN A LA VIDA

 

El poeta mexicano Xavier Villaurrutia, quizá para referirse a esa epifanía que tenía sobre la muerte. Y es que de ella solo se puede hablar desde la negación situada, como el «no lugar», como lo que anula cualquier presencia, cualquier sonido, cualquier tránsito. La muerte es el vacío que nadie habita, el espacio que no existe más, «la nada en que no pasa nada».

Pensar sobre la muerte no es algo sencillo porque supera cualquier posibilidad empírica de explicarla. Sobre la muerte solo se puede escribir desde la vida. La vida nos da la única oportunidad «real» para hablar sobre la muerte. La muerte solo se explica cómo la anulación de eso único que conocemos. Es el cese de los signos vitales, la extinción de la comparecencia con los demás. Es la imposibilidad de seguir construyendo historias compartidas, de formar parte y existir en la vida de los otros.

La muerte nos borra de la fotografía familiar. Y también el amor no existe. Muertos jamás volveremos a ser invitados a una fiesta, ni tampoco dormiremos abrazados en la cama de alguien más. Quizá eso es lo que nos duele tanto de la muerte estando vivos: la proyección de la imposibilidad de ser con otros, de que nuestra historia tenga punto final en la vida de los demás, de no volver a ser nombrados. La idea de volvernos invisibles para quien nos importa nos tortura en vida.

La muerte es una paradoja y de ella no hay vuelta, pero tampoco escapatoria. Ese insuperable destino ha dado a la religión y a la ciencia una poderosa inspiración para pensar qué podría existir más allá, cuando el cerebro se apaga por completo. ¿Podría haber una vida después de la muerte?

Funambulismo entre la vida y la muerte
Con su libro Vida después de la vida, en un estudio realizado a 150 personas que habían tenido vivencias —difíciles de comprender— de la llegada de su propia muerte, el psiquiatra Raymond Moody menciona por primera vez el concepto de «experiencias cercanas a la muerte». Este término fue posteriormente utilizado en distintas publicaciones científicas y se volvería la guía de varios proyectos e instancias dedicadas a investigar el fenómeno.
Una de las publicaciones más recientes sobre las experiencias cercanas a la muerte es Después de la muerte de Bruce Greyson, un psiquiatra y académico norteamericano que ha convivido por más de cuarenta años con el interés obsesivo de comprender el fenómeno de estas experiencias.
Greyson cuenta que, siendo un joven médico, al atender a una paciente llamada Holly que perdió la consciencia tras un intento suicida, tuvo una experiencia desconcertante, pero también reveladora para su trabajo científico futuro. Greyson narra que, una noche, ella estaba inconsciente y reposaba en un cuarto, mientras él y una amiga de la paciente dialogaban.
Tras la rehabilitación de Holly, ella comentó que recordaba al doctor porque lo había visto la noche de su crisis, describió su corbata de rayas y cómo tenía una mancha roja. También le contó que lo vio dialogando con su amiga en la sala de espera, lo cual lo dejó sin palabras. ¿Cómo era posible que Holly hubiera sabido todo eso si estaba en estado inconsciente y aislada?
El psiquiatra narra que, por aquel entonces, solo quería olvidar la anécdota, pero que, sin lograrlo, se obsesionó con el tema. Tras enfrentarse al dogmatismo científico y a su, a veces, radical escepticismo, Greyson finalmente dedicó su energía a comprender cómo era posible que Holly supiera, aun estando inconsciente, el color de la mancha de espaguetis en su corbata.
Hay que comenzar entonces por aceptar el hecho de que, como escribe nuestro autor, «la investigación sobre las experiencias cercanas a la muerte no nos aleja en absoluto de la ciencia ni nos empuja hacia la superstición; por el contrario, nos demuestra que, al aplicar el método científico a aquellos aspectos de nuestro mundo que no son físicos, podemos descubrir la realidad de forma mucho más precisa que si limitáramos el ámbito de la competencia de la ciencia exclusivamente al estudio de la materia física y la energía».
A lo largo de las décadas, Greyson fue acotando las narrativas de las experiencias cercanas a la muerte para determinar sus características más comunes y dar así un recurso para los «investigadores de todo el mundo la confianza de que estaban estudiando el mismo tipo de experiencia».
Lo que las experiencias cercanas a la muerte pueden enseñarnos
Los relatos que Greyson reconoce como más comunes alrededor de las experiencias cercanas a la muerte son, en primer lugar, la sensación de estar fuera del cuerpo físico, lo cual implica que el individuo logra mirar su cuerpo desde «arriba» como si estuviera mirando un objeto más, lo cual lo ayuda a planificar de manera más rápida, en el caso de estar atravesando por un accidente fatídico, cómo podría salvar su vida. También, en otros casos, el paciente que tiene esa sensación de estar fuera de su cuerpo, pareciera que logra comprender que se está despidiendo de la vida, y a algunos esa sensación les hace sentir paz.
Más del 80 % de los pacientes con experiencias cercanas a la muerte que han participado en la investigación de Greyson confirmaban «haber tenido la sensación de estar fuera de su cuerpo físico. Pero solo la mitad dice haber visto realmente su cuerpo y haber podido observar los sucesos circundantes desde un punto de vista aéreo».
Ese punto de vista aéreo también está relacionado con otra experiencia aún más compleja y profunda. Algunos pacientes mencionan haber «vivido» ciertas experiencias traumáticas de su pasado desde algún tipo de visión panóptica, lo cual significa que podían encontrarse en un momento de gran crisis o decepción de sus vidas, y conocían lo que estaba pensando cada uno de los involucrados, comprendiendo de una vez por todas las motivaciones que el otro o los otros habían tenido para actuar como lo hicieron.
Lo anterior es resultado de lo que Greyson llama la experiencia del «visionado de la propia vida», que consiste en que el paciente mira su propia vida como en una película rápida, en la cual se vuelve el espectador pasivo de su propia trama: «El sujeto ve sucederse ante sus ojos algunas escenas de su pasado», haciéndolo valorar los momentos buenos y malos de su pasado, no solo desde su propia perspectiva, sino desde la consideración de la óptica de los demás personajes que lo acompañaron en la propia película de su existencia.
Las experiencias cercanas a la muerte pueden mostrarnos más sobre la vida que sobre lo que podría venir tras la desaparición de ella. Dichas experiencias se convierten en faros que iluminan la vida de los supervivientes, inspirándolos a cambiar de rumbo, volviéndolos más empáticos con los otros y con quienes en el pasado los ofendieron, coloreando de sentido una existencia que previamente estaba condenada a la amargura y ofreciéndoles la conciencia de que cualquier instante podría ser aniquilado por la oscura noche de la muerte.
Y es que, como escribió Johannes von Tepl, «apenas un hombre viene a la vida ya es bastante viejo para morir».







Comentarios

Entradas más populares de este blog

UN SABIO DIJO:

La vida es bella

A pesar de todas las vicisitudes que pasa la humanidad, nos toca seleccionar de nuestro paso en esta; las cosas y acciones que nos dan cierta satisfacción y convierten nuestra vida en momentos de complacencia y posibilidades de continuar y continuar...

EL MÁS FUERTE DEL MUNDO

 En una ocasión le preguntaron a la barra de acero si era la más fuerte del mundo Y ella dijo no, es el fuego porque a mí, me derrite. Le preguntaron al fuego si era el más fuerte del mundo y el fuego dijo no, es el agua Porque a mí me apaga. Le preguntaron al agua si era la más fuerte del mundo y el agua dijo no, es el sol. Porque a mí me evapora. Entonces le preguntaron al sol si era el más fuerte del mundo y el sol dijo no es la nube Porque, cuando se pone delante de mío, opaca mis rayos. Le preguntaron a la nube si era la más fuerte del mundo y la nube dijo no, es el viento. Porque a mí cuando sopla me lleva de un lado hacia otro. Le preguntaron entonces al viento si era el más fuerte del mundo Y el viento dijo no, es la montaña. Porque cuando soplo y me encuentro con ella me parte en dos. Le preguntaron a la montaña entonces si era la más fuerte del mundo Y la montaña dijo no, es el hombre, porque puede escalarme y con sus máquinas Me convierte en una planicie. Entonces le pregunt