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EL EFECTO BOOMERANG

 

Claro que es más fácil vivir repartiendo culpas y encontrando responsables (que no somos nosotros) para todo aquello negativo que nos sucede. La soledad, la infelicidad, la falta de dinero y todas esas carencias o conflictos que nos atormentan. A veces, parece como si no dependieran en absoluto de nosotros. Nada más falso. Lo cierto es que somos la causa protagonista de la mayoría de lo que nos ocurre. Cada una de las acciones que realizamos tiene consecuencias. Algunas las podemos prever, mientras que otras no son tan claras. Lo que sí es seguro es que nuestros actos tienen efectos y que, con certeza, esos efectos nos alcanzarán de un modo u otro. Esa es la base del efecto búmeran: recibirás de vuelta lo que lanzaste; quizás con otra envoltura, o a partir de una fuente inesperada, o en el momento menos imaginado, pero lo recibirás en todo caso.

LA VIDA ES UN REFLEJO DE LAS ACCIONES

Lo bueno o malo de tu vida es un reflejo de la forma como actúas. Lo que te falta o lo que te sobra es directamente proporcional a tus acciones. En sentido estricto, el azar, los accidentes o los imprevistos no tienen el poder para moldear tu vida. Influyen, por supuesto, pero solo tú eres quien le da a las situaciones una dirección determinada.

Si no sabes controlar tu ira, por ejemplo, es posible que encuentres gente que no responda a ella, pero pronto se alejarán de ti. Nadie con salud mental tolera tener un energúmeno al lado. En cambio, tu actitud atraerá gente que tiene características similares a las tuyas. Cuando menos lo pienses, estarás rodeado de personas violentas y el conflicto será la nota predominante en tu vida. Dicen los orientales que “lo similar busca lo similar”.
Ocurre lo mismo en sentido contrario. Dice una historia que un samurái tenía fama de ser el más sabio en un antiguo reino. Otro samurái lo retó y tuvieron un encuentro en una plaza pública. El desafiante lo insultó, le lanzó piedras y vociferó difamaciones contra él. Pero el sabio permaneció inmutable, hasta que el otro se cansó. Los presentes le preguntaron entonces cómo había logrado mantenerse impasible y el sabio respondió: “Si alguien te ofrece un regalo y tú no lo aceptas, ¿a quién pertenece el regalo?”. “Al que lo ofrece”, respondieron todos. “Exactamente”, dijo el sabio. “Solamente hacemos nuestro aquello que decidimos aceptar. La ira, los insultos, siguen perteneciendo a quienes los lanzan, a menos que elijamos recibirlos”
ESTRATEGIAS PARA RECIBIR LO QUE DESEAS
Si no estás satisfecho con lo que recibes en la vida, o en parte de ella, lo primero que debes preguntarte es qué les das tú a los demás. ¿Cómo son las semillas que siembras en cada una de las situaciones que vives diariamente? Debes tener objetividad en las respuestas que te des. No examines tus intenciones, sino tus actos concretos.
Después debes identificar lo que quieres atraer. Si es un buen trabajo, la única manera de atraerlo es desempeñando con excelencia tu trabajo actual; así no te guste, o creas que no va a servir para nada. Evalúa tus competencias y fortalece los puntos en los que te sientas débil. Examina también tu nivel de capacitación y encuentra la manera de aprender todo aquello que necesitas para desempeñarte mejor hacia adelante.
Si lo que quieres atraer es una pareja estable y adecuada, trabaja por ser capaz de dar amor. Fortalece tus valores, aumenta el grado de respeto hacia los demás, sé más considerado. Valora a los otros, intenta comprenderlos y cultiva los gestos de afecto con quienes te rodean.
Debes saber que nada llega a tu puerta sin que hagas algo para que así sea. Deja el miedo a un lado y busca activamente eso que tanto quieres. Indaga sobre nuevas posibilidades laborales, presta atención a lo que ocurre en el lugar en donde quieres trabajar. Enfócate en lo que quieres lograr.
Recuerda que primero se siembra, pero hay que esperar a que se dé todo un proceso antes de la cosecha. No intentes lograr lo que quieres inmediatamente. Debes aprender a esperar y a ser paciente, sin perder de vista lo que deseas lograr. La perseverancia es una joya de gran valor que siempre, SIEMPRE, rinde sus frutos. El efecto búmeran demanda tiempo. Espera un poco y recibirás de vuelta todo ese cúmulo de deseos positivos que lanzaste antes.
EL EFECTO BOOMERANG COMO PRINCIPIO DE VIDA

El efecto boomerang y sus repercusiones. ¿No sabes de lo que hablamos? Seguro que has escuchado hablar sobre el karma, las energías, el destino, las casualidades, las causalidades, lo que siembras recoges…
No sé de qué equipo eres ni de qué creencia, pero te aseguro que el efecto boomerang existe y se puede aplicar a cualquier ámbito de la vida. Un boomerang, tras ser lanzado, regresa a su punto de origen. Por lo tanto, después de observar la energía de las personas y el efecto de ida y de vuelta de las emociones me he dado cuenta de que todo nos vuelve. Pero no regresa de la misma manera, sino que lo hace de forma aumentada.
“toda acción tiene una fuerza dinámica que se expresa e influye en las sucesivas existencias del ser"
El ejemplo más fácil y sencillo que se me ocurre es el efecto boomerang de las sonrisas. ¿Has probado a ir por la vida con una sonrisa? ¿Has notado cómo cualquier persona a la que te acerques sonriendo te va a sonreír? Y no sólo se forma la curva más bonita del cuerpo en la cara de la persona con la que te cruzas, sino que su actitud cambia radicalmente. ¿No me crees?
El efecto boomerang de la vida
Últimamente me estoy rodeando de personas mágicas que aparecen en mi vida sin buscarlas. Siempre con una energía y una pasión internas que me desmontan. De cada una de ellas aprendo algo nuevo, me ayudan a cuestionar mis creencias, me hacen comerme mis “yo nunca, nunca” y sacan de mí lo mejor que llevo dentro. ¿Casualidad?
“Un buen destino es que dos personas se encuentren, cuando ni siquiera se estaban buscando”.
Lo que tienen en común estos seres es que dicen de mí que soy una persona con un potencial asombroso. El cual yo aún no he descubierto. Y me regalan adjetivos tan fantásticos como: entusiasta, enérgica, motivadora, dulce, entrañable, respetuosa, amable, valiente, inteligente, atrevida, sabia, empática, sensible… Y yo, obviamente, colapso. Pero lo más bonito de todo es que ellas aún no se han dado cuenta de que también lo son. Pero lo que te quiero contar con esto son dos cosas.
La primera es que no siempre he sido así, ni mucho menos. Todos somos el resultado de nuestro entorno, circunstancias y elecciones ante lo que nos sucede. Algunos elegimos en determinadas ocasiones ser víctimas y otros, agarramos el toro por los cuernos y utilizamos lo negativo para crecer. Por eso, siempre abogo por la necesidad de autoconocerse. Realizar ejercicios de introspección y, aunque duela, zambullirse en nuestro yo más personal. 
El efecto boomerang de la bondad
La segunda cosa que quiero comentar es que desde que leí el libro de “Los cuatro acuerdos” del Doctor Martín Ruíz, adquirí como principios de vida sus acuerdos. Sobre todo, el de “no te tomes nada personalmente”. Ni lo bueno ni lo malo. Es decir, que lo que los demás piensen o digan de ti dice más de ellos que tuyo. Así que, si es algo negativo, déjalo ir, no te lo tomes personal. Empatiza con el prójimo y suelta el dolor en tu ego. Piensa en que la persona que tienes enfrente no dispone de toda la información y no se ha parado a caminar en tus zapatos. Seguramente ese juicio lo realiza desde sus problemas y necesidades por cubrir. 
Y, por supuesto, tampoco te tomes demasiado personal las cosas bonitas y positivas. Puesto que está muy bien agradecerlas y darles cabida en nuestra autoestima. No debemos olvidar que también dependen del juicio de una persona externa. Y lo que debes de trabajar es esa autoestima personal. La que te viene desde muy adentro.
Por consiguiente, lo de “no te tomes nada personalmente” sería equiparable al refrán que tanto me gusta para ilustrar este acuerdo. “Lo que dice Pepe de Juan dice más de Pepe que de Juan “. ¿Te gusta?
El efecto boomerang en la práctica
Así que, cuando hablo de “el efecto boomerang” y de la causalidad con la que las personas mágicas entran en mi vida no es más que recoger lo sembrado en años anteriores. En muchos años de sufrimiento y dolor. De muchos grises, negros, depresiones y enfermedades.
Que hoy en día se me aparezcan seres de luz es la recompensa por no haber abandonado mis principios, mi bondad y mi buen qué hacer. Apreciar las pequeñas cosas con mi lema Lo Bello Del Día a cuestas y estar Al Acecho De Lo Bello constantemente… Y no puedo sentirme más afortunada.
¿Me lo merezco? Sí, por supuesto. Y tú también. Por eso, “cuando pienses algo bonito de alguien, díselo”. Porque lo que ves en el otro es lo mismo que tú llevas en tu esencia. Y si alguien te parece que hace algo bueno, bonito, motivador, enriquecedor, te hace reír, te enseña, te alegra, aprendes… Debes decírselo y, sobre todo, albergar en ti todas esas emociones y darles cabida en tu interior. Ya que de eso es de lo que vas a poder cimentar una preciosa #autoestima y construir tu todo. ¿Te animas a probar?
Únete a El efecto boomerang
¿Y esto cómo funciona? Pues muy sencillo. Sólo tienes que tratar de asumir los cuatro acuerdos toltecas que mencionados anteriormente como principios de vida. Y realizar pequeñas acciones diarias que, con el tiempo, interiorizarás y te harán recoger los frutos sembrados. 
“Sé impecable con tus palabras” hacia ti mismo y hacia los demás.
“No te tomes nada personalmente “.
“No hagas suposiciones “, pregunta siempre lo que no entiendas.
“Haz siempre lo máximo posible “. Un día será 100 y otro día será 20. Pero siempre hasta tu límite.
Perdona a tu “yo” del pasado.
Supera tus errores y equivocaciones.
Piensa en positivo, “a lo que te resistes, persiste”.
Honra a tus padres y a tus antepasados.
Sonríe al mundo.
Agradece cada pequeña cosa del día.
Di más lo siento y te quiero. 
Bebe agua en cantidad.
Prioriza el descanso y los días libres.
Llora de la risa con un amigo.
Da los buenos días. 
Despídete cuando salgas de una estancia.
Desea buen día a quien te cruces en tu camino.
Trata a todos como si fueran importantes, sea quien sea.
Mira a los ojos. 
Pregunta qué tal e intenta escuchar la respuesta.
Interésate por la persona que tienes delante.
Extrapola “el efecto boomerang” a cualquier parcela de tu vida
Pero ¡ojo!, no solo existen beneficios a nivel personal y emocional. Sino que el efecto boomerang lo puedes extrapolar a cualquier ámbito de tu vida. ¿Has notado que cuando comes mal, duermes mal, coges unos kilos y estás más perezoso no quieres salir de ese bucle? Pero seguro que también has sentido lo contrario. Cuando te cuidas, te alimentas bien, practicas ejercicio, notas cambios físicos… ¡ya no tienes ganas de abandonar el nuevo estilo de vida!
Te pongo otro ejemplo más común. Qué me dices cuando adquieres la costumbre de dormir mucho, echarte la siesta, quedarte en el sofá… ¿A que solo tienes ganas de seguir por ese camino? Y, por supuesto, también puedo relacionarlo con el trabajo, los estudios… En cuanto empiezas a ver avances y cambios positivos ya no queremos parar de seguir por ese camino. ¡Queremos continuar centrados para conseguir el objetivo!
En esto consiste el efecto boomerang de las sonrisas, de la bondad, de la salud, de la magia, de las personas, de la empatía, de la vida. ¿Te has parado a pensar alguna vez sobre esto? ¡Espero que te abra un mundo nuevo y que compartas conmigo todo aquello que sientas al respecto!
PRINCIPIO DEL EFECTO BOOMERANG
Todo lo que haces a los demás, te lo haces a ti mismo. Todo lo positivo que sembramos a nuestro alrededor nos es devuelto con creces. Si en nuestra relación de pareja sembramos alegría, reconocimiento positivo, agradecimiento, cuidado, ternura, acogida, empatía, comunicación, generosidad y amor… estos sentimientos, valores y acciones se enraízan creando un entrono emocional protegido en el que crecen y dan fruto. Pero si lo que sembramos es egoísmo, malhumor, enfado, frialdad, crítica, queja, resentimiento, pesimismo, desánimo, desconfianza, celos… el microclima emocional de la pareja será contaminado por estas emociones que retornarán en forma de lluvia o tempestad que todo lo arrasa. La sabiduría popular ya lo ha dicho siempre: Quien siembra vientos, recoge tempestades. 
Las personas egoístas acaban solas. Si no nos gusta lo que recibimos en nuestra relación de pareja, tenemos que prestar mucha atención a lo que emitimos.
O de lo que se siembra se recoge y, a veces con añadidos. En nuestras relaciones con los hijos debemos tener en cuenta este principio: todo lo que haces a tu hijo, te lo haces a ti mismo. Según lo que sembremos, recogeremos. Es cierto que no todo depende, afortunadamente, de nosotros. Hay factores que dependen de nuestros hijos, del entorno e incluso del azar. Pero hay algunos aspectos, como la siembra de valores, de afecto, de buen amor, que en los primeros años de la vida de nuestros hijos serán determinantes de tendencias. Es ahí donde vale la pena invertir nuestro esfuerzo y nuestra energía emocional. Todo el amor que compartimos con nuestros hijos también es amor que nos damos a nosotros mismos.
De lo que se siembra se recoge
Había una vez un hombre que sembró una semilla de mango en el patio de su casa. Todas las tardes la regaba con cariño y repetía con verdadera devoción:
– Que me salga melocotón, que me salga melocotón.
Así llegó a convencerse de que pronto tendría un melocotonero en el patio de su casa.
Una tarde vio, con emoción, que la tierra se estaba cuarteando y que una cabecita verde intentaba salir a la búsqueda de los rayos del sol. Al día siguiente asistió emocionado al milagro del nacimiento de una nueva vida.
– Me nació el melocotonero – dijo el hombre con satisfacción y orgullo.
Por las tardes, mientras cuidaba y atendía con cariño a su árbol, pensaba y se recreaba en lo distinto que sería de esos árboles de mango populacheros que crecen silvestres, y que en época de cosecha llenan los patios de las casas. También se decía que, en unos años, su familia podría disfrutar de una suculenta cosecha de deliciosos melocotones.
El árbol fue creciendo y, un día, el hombre advirtió, primero con duda y después con incredulidad y gran desconcierto, que lo que estaba creciendo en el patio de su casa no era un melocotonero sino un árbol de mangos, como tantos otros en el pueblo. El hombre dijo con despecho y tristeza:
– No entiendo cómo me pudo pasar esto a mí. ¡Tanto que le dije que fuera melocotonero y me salió mango!
. No podemos vencer esta ley. Nuestra salud física, nuestra salud mental, nuestros éxitos comerciales todas nuestras relaciones personales están regidas por esta misma ecuación que exige que “paguemos primero”. Lo fascinante de esta ley es que nunca sabemos cuándo seremos recompensados, ni cuando recibiremos el dividendo por nuestro tiempo y esfuerzo. Pero la retribución siempre llega y la incertidumbre del tiempo de llegada sólo nos sirve para hacer la vida más excitante. A menudo, recibimos amplificado lo que hemos aportado.
Hay quien cree que todo lo bueno que se hace por los padres, hijos o hermanos revertirá, por su parte, en una mayor consideración, agradecimiento y amor hacia él. Y esto no tiene por qué ser así. Si hacemos algo esperando contrapartida, la energía emocional que nos mueve no es ecológica, ni limpia ni renovable y sus efectos difícilmente serán positivos. En cambio, si mostramos nuestra generosidad, ternura y agradecimiento, esta conducta va a generar un montón de cosas buenas para nosotros. Pero es un erro esperar que esta generosidad venga siempre de nuestra propia familia. A veces, por muchos motivos distintos, esto no va a ser así.
No obstante, el efecto boomerang se va a producir, quizá de la forma más inesperada. A través de otra persona o después de un tiempo, vamos a recibir agradecimiento, ternura y generosidad porque es lo que hemos sembrado en nuestra vida. De igual forma, si hemos sembrado resentimiento, agresividad o miedo, vamos a acabar hundidos en un clima emocional perjudicial y destructivo.
















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