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LA MENTE COMO FÁBRICA DE ILUSIONES

 SINESTESIA

La sinestesia es la percepción de una misma sensación a través de distintos sentidos. La palabra proviene del griego y se compone de los vocablos συν- (sin-), que significa ‘junto’, y αἴσθησις (aísthesis), que traduce ‘sensación’. La sinestesia es una condición que puede darse en un individuo que es capaz de oír colores, de ver sonidos o de apreciar texturas cuando saborea algo. Un sinestésico, por ejemplo, percibe de manera espontánea correspondencias entre tonos de color, de sonido e intensidades de sabor.

La sinestesia consiste en la vivencia mezclada de los sentidos, como cuando se experimentan diferentes tonalidades de color a partir de notas musicales. No obstante, el tipo de sinestesia más común se produce dentro de la modalidad visual, con la sinestesia grafema-color (se perciben diferentes matices de color a partir de letras, números o palabras particulares), o la sinestesia temporoespacial (diferentes unidades temporales como meses, días, etc., se perciben proyectados en el espacio). Para las personas sinestésicas, el mundo es así, mezclado sensorialmente y siempre lo ha sido, aunque la mezcla particular de sentidos varía enormemente de una persona sinestésica a otra. 
Ilusiones visuales y nuestra construcción del mundo
Toda nuestra vida, cada objeto observado, cada persona conocida y cada experiencia vivida, son sólo fruto de la imaginación. Todos y cada uno de nuestros pensamientos y sentimientos son el resultado de un procesamiento que tiene lugar en el cerebro y no necesariamente el producto de un suceso en el mundo real. 
La misma maquinaria neural que interpreta las entradas sensoriales también crea nuestros pensamientos, imaginaciones y sueños, de manera que el mundo que interpretamos y el mundo que imaginamos tienen la misma base física en el cerebro. 
Así, del mismo modo que los físicos estudian desde las partículas subatómicas más diminutas hasta los mayores conglomerados galácticos para entender el universo, los neurocientíficos deben examinar los procesos cerebrales subyacentes a la percepción para comprender nuestra experiencia del universo. Las ilusiones visuales son una de nuestras herramientas más importantes para entender cómo el cerebro construye nuestra experiencia de la realidad
Ante un mismo hecho, lo que para unos son oportunidades, para otros es motivo de incertidumbre y preocupación. La forma en que afrontemos la vida, la manera en que nos «contemos» lo que sucede, afectará positiva o negativamente a nuestra salud, bienestar y longevidad. Viviremos más y viviremos mejor si sabemos poner el cerebro a nuestro favor. Pero… ¿cómo podemos lograrlo? Un buen comienzo será darnos autoinstrucciones positivas, que nos refuercen y nos transmitan ilusión y esperanza. Recordemos que el cerebro se «cree» nuestros pensamientos; si nos esforzamos por pensar en positivo, estaremos potenciando al máximo nuestras posibilidades de sentirnos bien y de superar en las mejores condiciones los momentos de adversidad.
Otra forma de favorecer nuestra felicidad será proporcionarnos autorrefuerzos, que consisten, básicamente, en premiarnos ante determinadas situaciones o después de algunas conductas, sobre todo cuando nos hayan supuesto un esfuerzo considerable. Si lo pensamos con detenimiento, nos daremos cuenta de que en general no estamos acostumbrados a autorreforzarnos; por el contrario, ¡con qué facilidad nos regañamos! En lugar de martirizarnos con reproches, tenemos que procurar desarrollar al máximo nuestro optimismo, porque hoy sabemos que el optimismo nos acerca a la felicidad. Una persona optimista no es una persona ilusa, que trata de engañarse a sí misma. Una persona optimista es una persona con una actitud positiva ante la vida, que siempre destaca por su flexibilidad, por su disposición a la alegría, por su permanente motivación, por su capacidad para crear un buen clima, por facilitar un ambiente distendido y cercano, y por ilusionar-se cada día, con cada acción, con cada experiencia. Si somos capaces de generar ilusión, alcanzaremos la felicidad que merecemos. En consecuencia, debemos encontrar los principales recursos para conocernos a nosotros mismos y para saber cómo son las personas que nos rodean y cómo debemos actuar con ellas. Desarrollar al máximo nuestro buen humor; cómo pasar de la inseguridad a la confianza; cómo recuperarnos en los momentos de debilidad; cómo frenar nuestras emociones negativas y volver a recuperar la esperanza; cómo consolidar buenos hábitos y llevar una vida saludable; cómo aprender a realizar el ejercicio físico y mental que necesitamos; cómo llenar nuestro día a día de actividades placenteras; cómo conquistar y regalarnos el tiempo que necesitamos; cómo tomar las decisiones con calma, pero con firmeza; cómo desarrollar al máximo nuestra inteligencia emocional; cómo vivir cada instante, cada segundo, cada momento, saboreando los aprendizajes que nos ofrece la vida. Esa vida que será única y maravillosa si la vivimos con alegría, con coraje, con ánimo y con ilusión.








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