Ir al contenido principal

“MEJOR” = MÁS FUERTE, MÁS AMABLE Y MÁS SABIO

 NO TE COMPARES CON LOS DEMÁS, COMPÁRATE CON VERSIONES ANTERIORES DE TI MISMO

"No te compares con los demás, compárate con versiones anteriores de ti mismo". Se extendió por todas partes, pero no a todos les encantó el mensaje. Un puñado de personas se preguntó si deberíamos mirar hacia atrás a versiones anteriores de nosotros mismos, especialmente después de las lesiones, el envejecimiento y otras dificultades. Mantuve mis palabras iniciales y les dije que sí, creo que deberíamos hacerlo.
Quizás donde radica la confusión es sobre qué base estamos haciendo la comparación. Cuando miramos hacia atrás, creo que deberíamos preguntarnos algo como: "¿Somos mejores de lo que éramos antes?" Pero aquí está la cosa: "mejor", al menos en mi opinión, no se centra en ninguna medida objetiva de rendimiento. No se trata solo de qué tan rápido puede correr seis millas, cuántos tratos de ventas está cerrando por semana o cuántos artículos publica en un año. Si bien ese tipo de logros ciertamente contribuyen a "mejorar", son solo una pequeña parte de eso.
Los tratos cerrados, las medallas ganadas y las promociones ganadas constituyen solo una pequeña parte del balance que es la vida de uno.
¿Qué es mejor en realidad? se trata de ser más fuerte, más amable y más sabio. Ese es el tipo de crecimiento que creo que deberíamos buscar. Sé que no quiero tener ninguna medida tradicional de rendimiento en mi lápida. Pero sí quiero que la gente me recuerde como fuerte, amable y sabia; esos son los atributos que realmente importan; y el viaje debe consistir en convertirse en ellos.
En mi vida, han sido los momentos en que mi desempeño objetivo fue el peor en los que me volví más fuerte, más amable y más sabio. Durante las lesiones y los fracasos (tanto físicos como mentales), es posible que me haya sentido muy mal en el momento, que a veces duraba días, pero cuando salí del otro lado estaba mejor. No fui más productivo ni tuve un mejor desempeño durante esos tiempos oscuros; Estaba jodidamente miserable. Pero mirando hacia atrás desde el otro lado, fue en esos tramos en los que realmente mejoré. No es mejor escritor. No es mejor atleta. Pero un mejor ser humano. Más fuerte, más amable y más sabio.
De lo mejor se trata realmente de ser más fuerte, más amable y más sabio. Esto no quiere decir que no debamos preocuparnos por las medidas objetivas de rendimiento. Deberíamos. Ellos importan, Pero es igualmente importante recordar que los tratos cerrados, las medallas ganadas y las promociones obtenidas constituyen solo una pequeña parte del balance que es la vida de uno.
Así que no te molestes en compararte con los demás. Compárate con versiones anteriores de ti mismo. Cuando lo hagas, pregúntate si ha mejorado. ¿Eres más fuerte, más amable y más sabio que nosotros antes?
EL ARTE DE SER SABIO CONSISTE EN IGNORAR CON INTELIGENCIA
Ignorar con inteligencia nos permite ganar en salud mental y en equilibrio. Para conseguirlo debemos aprender a tomar mejores decisiones en el día a día
Sabio no es aquel que acumula muchos conocimientos y experiencias. Sino más bien quien sabe utilizar de forma efectiva cada cosa aprendida y, además, sabe ignorar con inteligencia todo aquello que no es útil, que no le permite crecer para avanzar como persona.
Sabiduría es también saber diferenciar el lastre de lo que le ofrece energía. Por qué vivir es, al fin y al cabo, economizar y tener claro qué es lo importante.
Ahora bien, parece que la mayoría no aplicamos esta sencilla regla. Según un estudio llevado a
cabo por el doctor Daniel Gilbert, de la Universidad de Harvard, las personas tenemos una capacidad asombrosa de centrar la atención en cosas “que no están sucediendo”. Nos preocupamos por aspectos que no son importantes minando así nuestra capacidad de ser felices en el “aquí y ahora”.
El arte de saber ignorar con inteligencia no es fácil de aplicar en nuestro día a día. Se debe, sobre todo, a que ignorar supone en muchos casos alejarnos de ciertas situaciones e incluso de personas. Estamos ante un acto de auténtica valentía, que debe venir precedido por un tipo de discriminación meditada.  
La primera regla de la vida nos indica que la persona más sabia es aquella que sabe ser feliz y que es capaz de eliminar de su existencia todo aquello que le hace daño o que no es útil.
Ignorar con inteligencia es aprender a priorizar
Ser feliz es para muchos un arte donde en un momento dado, se aprende por fin a elegir, a tomar decisiones. Es más, trabajos tan interesantes como el estudio llevado a cabo en la Universidad de psicología de Oviedo por el psicólogo Ignacio Madera, nos explican que este proceso cognitivo es clave para el bienestar y equilibrio personal.
Para ello, es necesario adquirir una perspectiva no solo más positiva de las cosas, sino también más realista, ahí donde el autoconocimiento y la autoestima siempre serán fundamentales.
Cómo aprender a establecer prioridades para ser mejor
Para aprender a establecer prioridades es necesario dar a cada cosa que nos rodea su auténtico valor. No el que puede tener de manera objetiva, sino el que puede acumular en función de nuestras necesidades y deseos.
Para conseguirlo, debemos atender estas dimensiones.
Si nos cuesta elegir entre lo que es importante y lo que no, es porque tenemos un conflicto interno entre las cosas que queremos y las que sabemos que nos convienen. Además, tenemos miedo a “quedar mal”, “hacer daño” o incluso a actuar de una forma diferente a como esperan los demás si nos atrevemos a romper vínculos.
A mayor nivel de estrés y ansiedad, más nos costará establecer prioridades. Así pues, reflexiona sobre qué situaciones y qué personas tienen auténtico valor para ti en momentos de calma personal, cuando te notes más centrado y relajado.
Piensa en aquello que es importante para ti y no para los demás. No temas a las críticas ajenas o lo que puedan pensar por las decisiones que quieras tomar.
Entiende que priorizar no es únicamente ignorar con inteligencia lo que nos hace daño. Es por encima de todo, reorganizar nuestra vida para encontrar espacios propios para ser felices.
Ignorar personas también es saludable
Según un interesante trabajo publicado en la revista Livesciencie, las relaciones personales que nos ocasionan estrés o sufrimiento afectan a nuestra salud mental. Experimentamos un aumento de cortisol en sangre y de la presión arterial, hasta el punto de correr el riesgo de sufrir problemas cardíacos severos. No merece la pena.
Aprender a ignorar a quienes no nos aportan nada y sé amable con todos.
No se trata de ir a malas ni de hacer uso de chantajes. Ignorar con inteligencia es un arte que puede llevarse a cabo con elegancia y sin llegar a extremos innecesarios. Para ello, ten en cuenta estos puntos sobre los que reflexionar.
No te preocupes por lo que no puedes cambiar. Acepta, por ejemplo, que ese familiar seguirá teniendo esa actitud cerrada, que tu compañero de trabajo va a ser igual de entrometido. Deja de acumular emociones negativas como rabia o frustración y limítate aceptarlos tal y como son.
Ignora críticas ajenas mientras aumentas tu propia confianza. Es muy posible que en el momento en que decidas poner distancia de quien no te interesa, aparezcan los reproches. Entiende que las críticas no te definen, no eres tú. Fortalece tu autoestima y saborea cada paso que das en libertad lejos de quien te hace daño. Es un triunfo personal.
Cuando la ayuda es un acto interesado: es importante aprender a discriminar los actos de supuesto altruismo. Hay quien nos repite aquello de “yo lo hago todo por ti, para mí eres lo más importante”, cuando en realidad la balanza de esa relación se inclina siempre hacia un lado que no es el tuyo. Nunca existe el equilibrio.
Cuanto más ligero, mejor. En la vida merece la pena contar con “personas” y no acumular “gente”. Así pues, prioriza y avanza ligero. Ligero de enfados, rabia, frustraciones y, sobre todo, de personas que lejos de valer la alegría solo valen penas y distancias.
Un modo de ganar en bienestar y paz mental es aprendiendo a tomar decisiones más valientes y en armonía con las propias necesidades. 
El arte de ser sabio es comprender qué vínculos es mejor dejar de alimentar sin tener ninguna carga de conciencia por haber dicho “no” a quien jamás se preocupó en decirnos “sí”.
¿Qué significa realmente ser fuerte?
Es abordar con ilusión una nueva oportunidad o hacer todo lo posible para seguir adelante cuando la vida nos pone a prueba. La dimensión emocional de fuerza, la fuerza interior, viene también de disfrutar de lo que nos gusta y nos ayuda a mantener una actitud positiva.
Las personas fuertes no tienen miedo a triunfar (porque saben que tener éxito es mucho más que conseguir cosas, metas, dinero o estatus). No se culpan por sus errores pasados. Analizan muy objetivamente el error, se responsabilizan de ello, los aceptan y aprenden de lo sucedido. Se permiten tener heridas emocionales tras una pérdida, un fracaso o un rechazo. Pero también saben que están heridas se curan con tiempo y paciencia. Los rasgos de las personas emocionalmente fuertes tienen que ver con esta idea de autocontrol.
La persona emocionalmente fuerte se valida a sí misma, es decir no necesita la opinión de los demás para saber que sus ideas, sus opiniones son válidas o adecuadas. Esto no significa que una persona emocionalmente fuerte no tenga jamás en cuenta la opinión de los demás, significa que no depende los demás, que no son los demás los que tienen el control de su vida. Por ello estas personas no son fácilmente influenciables y suelen vivir al margen de las modas y las tendencias.
De la anterior cualidad deriva la siguiente, la reafirmación. Se refiere a la capacidad de aceptar el rechazo, de aceptar que uno no tiene que gustar a todo el mundo, que uno puede ser rechazado por los demás y que eso no debe condicionarle. Es decir, una persona fuerte emocionalmente no dice ‘sí’ cuando quiere decir ‘no’ por temor a ser rechazado o a no gustar. Una persona emocionalmente fuerte sabe gestionar ese miedo al rechazo.
Una persona emocionalmente fuerte hace aquello que quiere hacer. No significa que actúe de manera caprichosa e infantil, significa que tiene claras sus prioridades y actúa en consecuencia. Esto requiere un trabajo previo de reflexión, de autoconocimiento, de toma de contacto con uno mismo.
Una persona emocionalmente fuerte ve a los demás como iguales; respeta y valora a los demás tanto como ella desea ser valorada y respetada. No percibe a los demás como rivales, sino como vías para llegar a una vida más plena.
Por la razón anterior, una persona emocionalmente fuerte elige escrupulosamente sus amistades y sabe crear y mantener vínculos fuertes y saludables con ellas.
Las personas emocionalmente fuertes tienen mente de aprendiz, son exploradoras, no tienen miedo a los cambios porque los ven como oportunidades para crecer, aprender y desarrollarse personalmente
El valor de la amabilidad y su gran impacto positivo en las relaciones sociales
Los actos cordiales y el buen trato reportan importantes ganancias emocionales. Está demostrado que aumentan la producción de serotonina y endorfinas, sustancias relacionadas con sensación de satisfacción y bienestar. Contrarrestan expresiones hostiles y agresivas.
Los actos cordiales y el buen trato reportan importantes ganancias emocionales, incluso está demostrado que aumentan la producción de serotonina y endorfinas, sustancias relacionadas con sensación de satisfacción y bienestar.
 Sin esperar reciprocidad
Las personas tienden a ser más amables cuando sienten que pueden confiar en los demás y que ayudar al otro no representa un peligro. Muchas veces estas condiciones no están dadas, como se dice coloquialmente, no siempre “ser amable paga”. Con frecuencia no se recibe recíprocamente una respuesta positiva a acciones gentiles.
La cordialidad puede ser mal interpretada y percibida como un exceso de complacencia, con estar cediendo en las posturas o con incapacidad para poner límites. Esto causa frustración y puede disminuir la recurrencia de esta conducta.
Es importante entender que la amabilidad autentica es un rasgo de fortaleza, no de debilidad, que no implica sumisión, ni complacencia que pase por encima de nuestros deseos, intereses o incluso de nuestro bienestar.
Una manera de estimular el efecto positivo multiplicador que genera la amabilidad es esforzarse por responder de la misma manera a las actitudes  amables de los demás y ver algunos estados de ánimo como el mal humor, el cansancio, el aburrimiento o la impaciencia que condicionan el ser amables.









Comentarios

Entradas más populares de este blog

UN SABIO DIJO:

La vida es bella

A pesar de todas las vicisitudes que pasa la humanidad, nos toca seleccionar de nuestro paso en esta; las cosas y acciones que nos dan cierta satisfacción y convierten nuestra vida en momentos de complacencia y posibilidades de continuar y continuar...

EL MÁS FUERTE DEL MUNDO

 En una ocasión le preguntaron a la barra de acero si era la más fuerte del mundo Y ella dijo no, es el fuego porque a mí, me derrite. Le preguntaron al fuego si era el más fuerte del mundo y el fuego dijo no, es el agua Porque a mí me apaga. Le preguntaron al agua si era la más fuerte del mundo y el agua dijo no, es el sol. Porque a mí me evapora. Entonces le preguntaron al sol si era el más fuerte del mundo y el sol dijo no es la nube Porque, cuando se pone delante de mío, opaca mis rayos. Le preguntaron a la nube si era la más fuerte del mundo y la nube dijo no, es el viento. Porque a mí cuando sopla me lleva de un lado hacia otro. Le preguntaron entonces al viento si era el más fuerte del mundo Y el viento dijo no, es la montaña. Porque cuando soplo y me encuentro con ella me parte en dos. Le preguntaron a la montaña entonces si era la más fuerte del mundo Y la montaña dijo no, es el hombre, porque puede escalarme y con sus máquinas Me convierte en una planicie. Entonces le pregunt