El año 1965 —último del Concilio— el Papa Pablo VI creó en el Vaticano el Secretariado para los no creyentes, y veinte años más tarde, en 1985, se celebró una Asamblea Plenaria de este organismo dedicada al estudio de la situación del ateísmo, de la no creencia y de la indiferencia religiosa en el mundo actual, así como al difícil problema del diálogo con los no creyentes y a la cuestión de que se viene hablando sobre el retorno de lo religioso, o vuelta a lo sagrado. Con este fin, el Secretariado propuso en 1983 una encuesta a sus miembros y consultores, a las Conferencias Episcopales y a los Movimientos Católicos, a creyentes y a no creyentes. El resultado de esta encuesta ofrece datos que he considerado provechoso exponer ante Vds. en esta Academia.
Se publicaron en un volumen de la B.A.C., titulado F e y Ateísmo en el mundo en 1990. El Presidente de este organismo es el Cardenal POUPARD, y en él trabaja un sacerdote de Toledo, sobrino de un académico a quien todos estimamos, M. Fraga Iribarne.
La aparición de la Reforma, la tolerancia que sigue a las guerras de religión, el deísmo de los espíritus
alumbrados posterior al positivismo de los científicos y finalmente la no creencia práctica impregnaron progresivamente la conciencia y el corazón de los europeos, penetrando a través de ellos en sectores cada vez más vastos de la humanidad. Ante el pluralismo de sensibilidades, surgió la pregunta ¿por qué privilegiar tal o cual expresión religiosa? ¿con qué derecho pretende tal religión ser la única verdadera? Y en el siglo xvi y más en el siglo xviii hace su aparición un deísmo vago e incluso un verdadero agnosticismo basado en la convicción de que el hombre alumbrado no puede discernir auténticamente con su razón el valor y la credibilidad de las distintas religiones. Se abría así el camino del libre pensamiento. El futuro —se afirma— está en el progreso científico, social y político. Las religiones en general y el cristianismo en particular son estadios ya superados de la evolución del mundo. Poco a poco se desarrolla un proceso secular que puede calificarse de humanismo, pero no humanismo cristiano, sino pagano, en el que el hombre es la medida de todas las cosas. Se pasa de la secularización al secularismo. Los variantes y autores de esta corriente de pensamiento son innumerables desde los enciclopedistas del siglo de las luces hasta el existencialismo de Jean Paul Sartre
Se produjo finalmente el fenómeno del ateísmo militante, el marxismo. Para el mismo, Dios es un estorbo contra el que hay que luchar, que se extiende sobre 1.500 millones de personas. El marxismo se apoya en el carácter pretendidamente científico de su análisis socio-económio.
Un tercer partido, los que viven sin otra referencia que el paso de la jornada, el tono diario de la existencia iluminado por alegrías más o menos fugaces, sin otro horizonte que el pan y los juegos para los unos, el famoso p a - nem et circenses de los antiguos, o la pasión por un mundo más justo y fraterno que será liberado del miedo a la penuria económica y de la pesadilla de la bomba atómica. Lo que parece estar en auge es el increencia práctico, originada por la indiferencia más que por la negación de Dios. Un horizonte puramente terrestre. No rezan. No parece concernirles el problema de Dios. Están sumergidos en una cultura — libros, periódicos, cine, televisión— que se mueve muy lejos de Dios. En los adultos, su fe se marchita poco a poco. En los jóvenes, excepto en pequeños grupos, el contagio del materialismo y la persecución de los placeres son así el único objetivo de su existencia. En muchos la fe llega a desvanecerse, se convierte en un sentimiento de insignificancia y de inutilidad. No son los ataques a la fe los que llevan al ateísmo, sino mas bien la inmersión en un mundo en que la fe y la oración no cuentan ya. Una humanidad que no reza, no cree, no tiene ni siquiera la experiencia ni del sufrimiento ni de la muerte.
RASGOS DEL ATEÍSMO CONTEMPORÁNEO
Es un fenómeno social conceptuado como normal, está tranquilo y se siente seguro. Ya no se presenta como un antiteísmo, sino como un poste ismo que anunciaría la edad adulta de la humanidad. No pone en entredicho las pruebas de la existencia de Dios. Niega que la palabra de Dios tenga sentido para el hombre contemporáneo. Busca siempre en la negación de Dios la afirmación total del hombre. Quiere ser como el motor de progreso de la historia. El hombre contemporáneo tiene un sentido muy agudo de su libertad personal y de su seguridad. Tiene un sentimiento muy fuerte de la solidaridad universal y de la fraternidad entre los hombres. De ahí que haya sentido una exigencia de socialismo. Finalmente, el hombre contemporáneo ha descubierto su dimensión histórica. Tiene la certeza de que todo está sometido a la ley del devenir: las galaxias, la vida, y sobre todo el hombre universal y colectivo. Lo notable es que estos rasgos tienen origen cristiano y se desarrollan en el seno de la civilización modelada por la Iglesia. El hombre libre está llamado al amor, está vinculado a sus semejantes, y llamado a la comunión con ellos. Señor del mundo e invitado a dominar el cosmos, está comprometido en una historia en la que colabora con Dios en la construcción de una civilización de justicia y amor. Estos son los rasgos del hombre bíblico, tal como aparece desde el Génesis.
TIPOS DE ATEÍSMO
a) el ateísmo teórico. Es la doctrina que niega la existencia de Dios. b) el agnosticismo, término utilizado por vez primera por Huxley en 1869- No sabemos si Dios existe y nunca lo sabremos. Existe relación entre ateísmo y agnosticismo, y fácilmente se pasa de uno a otro. c) el ateísmo práctico: vivir como si Dios no existiera. Muy próximo al ateísmo práctico está la indiferencia religiosa el trabajo, el progreso, el tener más que el ser. Dominar la técnica o mejor ser esclavo de ella. La técnica no responde nunca a las cuestiones fundamentales del sufrimiento y de la muerte. ¿Para qué ir a la luna, si es para suicidarse allí?
RETORNO A LOS SAGRADO
La crisis general de credibilidad de los sistemas políticos fundados en una visión atea del mundo, la disminución del prestigio de la ciencia como solución a los problemas; la conciencia de que la idea de autonomía, alfa y omega de la antropología moderna, resulta un fundamento demasiado frágil para las relaciones entre los hombres... todo esto hace que el hombre vuelva cada vez más su mirada hacia los valores religiosos, sin que ello signifique una tendencia específicamente cristiana.
PALABRAS DEL PAPA Al final de la Asamblea en que fueron expuestas las reflexiones, El Papa pronunció estas palabras. En estos últimos años el ateísmo ideológico no se renovó apenas, incluso retrocedió; pero aumentó la increencia práctica y avanzó la indiferencia religiosa junto con una cierta insensibilidad ante el problema del mal, considerado desde todas sus formas como un escándalo Pensaron algunos o muchos que la ciencia iba a resolver todos los problemas, trayendo la felicidad a los hombres. Tenemos que ayudarles a convencerse de que ciencia sin conciencia es la ruina del alma, según el adagio bien conocido; no todo lo que es científicamente posible es moralmente aceptable. Otros están sumidos en un mundo materialista, sin horizonte trascendente. Debemos recordarles sin cansarnos que no sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios No pocos parecen alejados de Dios y de la Iglesia, sin ruptura dramática aparente.
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